lunes, 2 de febrero de 2015

'El color del tiempo' una sesión inolvidable


El pasado miércoles 21 de enero nos reunimos para comentar la obra poética completa de Clarisse Nicoïdski. El color del tiempo ha sido todo un acierto, no sólo por acercarnos por primera vez a la poesía, sino hacerlo de la mano de Nicoïdski y en esta edición bilingüe. La editorial Sexto Piso y su colección de poesía nos han regalado una edición cuidada que transmitía feminidad y belleza con tan sólo tocar el ejemplar. Desde aquí nuestro agradecimiento por colaborar con Tres Culturas, en especial a Santiago Tobón por hablarnos de este libro.

Ernesto Kavi apunta en el prólogo que "la poesía es una forma de restaurar el tiempo" y así ha sido para muchos de nosotros. Quedamos atrapados por el mundo de esta autora, por su manera de cantar la ternura, el desgarro, el amor, el exilio, la desesperanza o la generosidad de la vida. 

En la primera parte, Juan Carlos Encabo, diplomado en Enfermería, miembro de la comunidad progresista de judíos de Andalucía Beit  Rambam, nos habló de la construcción de la identidad sefardí y del ladino o judeo-español. Desde aquí le reiteramos nuestro agradecimiento por su participación.

En los siguientes párrafos resumimos parte de su intervención:

¡Sefardí!
Dos caras, una misma moneda; un pago distinto, un mismo “canto”

Definir  las coordenadas que determinan la etiología, el diagnóstico y el pronóstico del  paradigma sefardí  (sepharadigma/identidad sefardí), sería apuntar sin equivocarnos: a lo telúrico, concretado en la Península Ibérica; a la lengua, el uso del ladino; y a la tradición, donde caben: religión (la judía con su liturgias y ritos), el folclore, las artes, ciencia, tecnología…, junto a un sentir común de pérdida/añoranza (de la tierra, de la religión…),  y donde los elementos cambiantes  lo van conformando, por esencia, por tendencia, o circunstancia, como hizo el secularismo de los últimos siglos, constituyendo así nuevos sepharadigmas…De hecho  el sepharadigma apenas nato con el Decreto de Expulsión de 1492, se hace doble: un exilio ad intra,  donde pierdes la religión (marranos/judaizantes/anusim) pero conservas tu patrimonio (vida, casa, pertenencias, tierra/Sepharad), con el anhelo de poder manifestarla en un tiempo no muy lejano…;  y el otro, el exilio ad extra, donde pierdes Sepharad (tierra, pertenencias, casa salvo las llaves de ésta) pero conservas la vida, la religión, con el anhelo no muy lejano de retornar algún día…

[...] Actualmente el ladino está en retroceso según la  UNESCO; de ahí los intentos de reactivar esta lengua como es el caso de la Autoridad Nasional del Ladino (AkiYerushalayim), el Instituto Benito Arias Montano de Madrid (Sefarad), la Fundación para el Avance de los Estudios y la Cultura Sefardíes; radio Kol Israel y Radio Exterior de España; el Instituto Cervantes de Estambul, entre otros…Hoy en día, la población sefardí actual puede alcanzar 1,2 millones donde el 55% reside en Israel, correspondiendo a España 1%, sin contar a los anusim /conversos, del mencionado exilio ad intra.

Y aquí, con musotros,  en  El color del tiempo  la autora, Clarisse Nicoïdski revela su "sepharadigma"  personal, frente al "sepharadigma"  de 1492 al describir sus vivencias; el Mediterráneo de fondo, con conceptos como: "el spanyol muestro", la Turquía balcánica, la Inquisición y Holocausto, mi lengua vulgar frente al francés, el reencuentro con el español no tan vulgar, y elementos nuevos, al afirmar “no sé nada de religión” aun sugiriéndonos, otros Éxodos, recordando a los descendientes que marcharon y no vol-verán a Sefarad, la tierra prometida, los otros Moisés… (p. 69)“…undi si dispartó una mujer sulvidada qui liamava suya tu tierra, mi asimijava, di? i qui yo nunca cunicí”, y en la introducción,  “estas palabras en lengua perdida …como un kadish repetido a menudo”.

Del prólogo (Ernesto Kavi) donde añado…“Quiero creer que el Paraíso Perdido no quedó atrás, sino adelante”, en un reencuentro entre hermanos de un mismo canto; no de moneda de cambio, pero sí de alma, en un “nuevo Sepharadigma, ¡sin más exilios!".

Sevilla, a 21 de Enero de 2015 (Shevat/5775)
Yohanan Ben Al-Naqawa 

Para completar, Juan Carlos Encabo nos facilita estos enlaces:

vídeos
páginas
Los sefardíes. Historia y actualidad. En Youtube. (55' 16'')



Reportaje. El regreso de los judíos sefardíes a España. En Euronews. (8'07'')





En la segunda parte, vivimos momentos emotivos al compartir las impresiones de la lectura. Se leyeron los poemas que más le habían gustado a los asistentes y completábamos la intervención con la versión en sefardí de Dina Rot. Podéis escuchar La Mar en este enlace.

Para finalizar, queremos concluir con la valoración del libro que le pedimos a Federico Ruiz Rubio. 


Clarisse Nicoïdski, El color del tiempo. Poemas completos. Sextopiso, Madrid, 2014.

Lo primero que llama la atención, en el primer encuentro con el libro, es la edición en sí, el tacto suave de las cubiertas, así como los colores de la imagen de portada, que destaca sobre el tenue marfil de fondo. Nos percatamos, quienes leemos en lectores electrónicos, de que la edición impresa, tradicional, puede suponer un plus en el placer de la lectura, como en este caso, al crear el marco de una comunicación más íntima y sensual, mediante el tacto y la vista, con los contenidos, un aspecto que la tecnología no ha podido aún superar, y que la cuidada edición de los poemas cumple sobradamente.

Al adentrarnos en la lectura, si no estamos advertidos (y de hecho no se nos avisa en las solapas del libro), nos sorprende encontrarnos ante una edición bilingüe, que enfrenta el texto original en sefardí con su traducción a nuestro español. La lectura en lengua original casi puede seguirse sin ayuda de la traducción, al tratarse de dos modalidades de lenguas hermanas, y de hecho la introducción en prosa al poemario no está traducida, lo que no impide que podamos leerla en su totalidad, comprender lo que la autora nos relata y conocer su intención: rendir homenaje a la lengua “de la familia”, a partir de la conmoción que supuso para ella la muerte de su madre. Reconocida novelista y ensayista en lengua francesa, decide reservar su expresión en el ámbito de lo poético a la lengua más familiar, el sefardí, el “spaniol muestru”, que forma parte de su identidad. El título de la obra parece remitir a esa experiencia del tiempo transcurrido, el biográfico, del que nos habla en su introducción, pero transformado en vivencia redentora mediante la palabra poética.

El libro se compone de dos secciones: “Los ojos Las manos La boca”, que incluye una composición, “A Federico García Lorca”, y “Caminos de palabras”. Los poemas que lo componen prescinden de los signos de puntuación, así como de las mayúsculas. Este recurso, además de dotar al poema de un ritmo fluido e intimista, implica al lector, ya que debe recomponer la escritura para atribuir una determinada coherencia al texto, al deshacer su eventual ambigüedad y dotarlo de sentido.
                
El poemario es, en su conjunto, un acto de amor, a la lengua de la intimidad, el sefardí, a la madre, al otro… Y para ello la autora ha elegido el recurso de una poesía pura, sencilla en su expresión, aunque compleja en los recursos y elaboración.

En la primera sección, “Los ojos Las manos La boca”, cobran relieve estas tres palabras, que aluden a tres sentidos diferentes, a tres campos de actividades distintas que permiten al ser humano relacionarse con el mundo, con el semejante. Se contraponen, sin embargo, dos clases de valores, los que llevan al encuentro, a la creación, a la plenitud (“cuéntame la historia / que camina en tus ojos /cuando los abres por la mañana / cuando el sol / entra con su aguja de luz / en tus sueños”; “tus manos / supieron abrir la noche /mostrándome las estrellas…”; “una mano tomó la otra / le dijo no te escondas / le dijo no te cierres / le dijo no te espantes…”) frente a los que apuntan al engaño, a la frustración o a la impotencia (“se rasgaron los ojos / para ver / el velo colorado que nos ciega”; “la pared me está mirando / la luz / me está mirando…” “abrió la puerta / con sus manos / encendió / un fuego de espanto…”; mis manos / dos pájaros asesinados…”; …la boca mentirosa / me espera / sabiendo que tarde o temprano / me desgarrará”; “cuando se abra la boca de la tierra / gritarán las sombras a sus madres / gritarán las madres / a sus hijos”; “…salió / de tu boca / un grito para matar / y entre tus labios / murió.”).

Los poemas dedicados a Federico García Lorca, aunque dentro de la primera parte del libro y con elementos comunes al conjunto, forman en cierto sentido un grupo diferenciado, al tener como referente concreto la poesía del poeta andaluz y su destino trágico. Los poemas muestran el encuentro con el poeta “en el camino de las palabras”, la compenetración con su poesía y la identificación, a través de ella, con la tierra común, y la esperanza de que la verdad poética, que tuvieron la capacidad de convertirse en lumbre, se transformen alguna vez en fuego: “…aquí aquí alumbraron unas luces / lumbre lumbre / ¿quién sabe cuándo se volverán fuego?”. Sin embargo, el final trágico del poeta parece superponerse a la esperanza: “Queda el temor de que un día roto de ansia / el sol se apague / dejando sólo / levantados como muertos / los árboles…”.

La sección “Caminos de palabras” supone un tránsito por los temas del amor y del dolor por la pérdida. El amor vuelve a experimentarse como plenitud (“quédate conmigo / querido / te daré de comer…), como experiencia redentora (“ves / ya vino la mañana / se va la luz de los últimos / árboles de tu sueño…;), cauterizante (“el vestido agujereado de tu alma / dejó / caer / una lágrima colorada como vino…”), de encuentro íntimo en la línea de la poesía mística clásica (“nos detendremos aquí / a esperar / a esperar que nada ocurra / que nadie nos encuentre…”) o sentimiento que anhela permanecer más allá de la vida (“quemadura de hielo / quemadura de árbol…”). En suma, como una vivencia totalizadora que también participa de la pérdida (“ven cerca de mí / me dejaste / muy sola…”).
                
El lenguaje poético tiene la virtud de aproximarnos a la expresión de lo inefable, a la experiencia cuya explicación no resulta posible en el ámbito del idioma común. La lectura del texto poético nos exige también una atención especial, un tiempo de dedicación exclusivo que nos retorna en forma de vivencia intensa cuando conectamos con poetas que son capaces de transmitirnos su mundo interior con tal vitalidad y autenticidad que nos permite identificarnos con él y transitar su espacio como si fuera nuestro.


1 comentario:

M Jose dijo...

Federico, gracias por esta excelente reseña.
La acabo de leer y he vuelto a revivir el placer que me produjo la lectura de El color del tiempo.

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