No podemos superar la crónica de Alejandro Luque publicada el 27 de noviembre en El correo de Andalucía. Recuerdo de Mohamed Chukri, algo más que un Bukowski marroquí fue el titular elegido por Luque. Nosotras lo reproducimos aquí y le damos las gracias a Alejandro por asistir a esta mesa redonda que se fraguó con un café a finales de 2013.
Alejandro Luque
Aunque hace tiempo que conquistó el panteón de los clásicos contemporáneos, Mohamed Chukri (Beni Chikar, 1935-Tánger, 2003) sigue siendo para muchos lectores un nombre a descubrir. Con este propósito tuvo lugar este miércoles en la Fundación Tres Culturas una jornada de homenaje al autor marroquí, bajo un doble pretexto: el décimo aniversario de la muerte de Chukri y, de otro, el cuarenta de la publicación de su obra más emblemática, El pan desnudo. Aunque ambas efemérides ocurrieron el año pasado, ha sido ahora cuando se ha podido reunir en Sevilla a algunos destacados especialistas en su obra.
«He vivido el último año con Chukri, con su legado y su fantasma, como personaje de mi primera novela, Tangerina, donde el escritor guía al protagonista por los bajos fondos de la ciudad», empezó comentando el periodista Javier Valenzuela, quien fue amigo personal del escritor. Valenzuela recordó la extracción humilde del escritor, su descubrimiento por parte de Paul Bowles y sus peculiares hábitos.
«La mayor cogorza de mi vida la pillé con él. Aunque jamás perdía la compostura, era un tremendo bebedor, fumador eventual de kifi y de hachís, y tenía una relación muy sensible y tierna con prostitutas. Esto hacía que Tánger y la sociedad marroquí en general lo mirara fatal, lo veían como borracho, marginal y autor de una obra que consideraban impublicable, El pan desnudo», prosiguió Valenzuela. «Es el escritor que introduce al individuo en las letras magrebíes, y probablemente árabes. Escribe el yo en una literatura que hasta entonces ha hablado de nosotros: la familia, la comunidad. Esto es revolucionario, como ser el hombre que dijo que la gran reivindicación pendiente de su pueblo era la dignidad, como luego se vio en la Primavera árabe».
«Propuse dedicar un número del suplemento cultural Babelia a Chukri. Ni que decir tiene, mi jefe no tenía ni idea de quién era, me reprochó que ni siquiera publicara en Alfaguara… Cuando volví a ver a Chukri, le llevé una botella de Málaga virgen e insistió en que nos la tomáramos en el Ritz con un pollo con patatas. Quienes lo conocimos solo podemos hablar de su inmensa ternura», agregó.
Otro periodista que conoció y entrevistó a Chukri es Juan José Téllez, quien llegó al autor de El pan desnudo a través de Paul Bowles. «En un viaje a Tánger, cuando no existía Google ni el Instituto Cervantes, asistí a una reunión de escritores marroquíes que empezaban a escribir en español. Con cierto aire de clochard parisno y un foulard al cuello, oí a un tipo bigotudo reprochar a unos chavales que hablaran francés. Era Chukri, y no pude sino dejarme fascinar por aquel individuo tan valleinclaniano, como un perfecto Max Estrella».
Téllez recordó que lo encontró varias veces después, en el Ritz como en otras de sus «guaridas» habituales, y hasta llegaron a verse en la insólita cita de una visita oficial de José María Aznar a Tánger, cuando era presidente del Gobierno español. «Quién nos iba a decir que nos veríamos junto a un personaje que terminó su legislatura con la guerra del Perejil», agregó.
Una de las últimas entrevistas que hizo Téllez al autor fue por teléfono, cuando estaba invitado en un ciclo de conferencias en Cádiz. «Cuando anunciaron a Chukri que le iban a pagar 250.000 pesetas de las de entonces por una charla, se fue a celebrarlo y lo celebró tanto que no pudo ni embarcar», comentó el periodista.
EL FANTASMA DE ‘EL PAN’
«Un clásico de la literatura marroquí, y universal», así definió la traductora Rajae Boumediane El Metni, quien recalcó sin embargo: «El fantasma de El pan a secas –como se ha rebautizado este libro– no dejó de perseguirlo, aunque escribió otros muchos libros».
De hecho, la traductora señaló títulos inéditos en español como El loco de las rosas, de próxima aparición en la editorial Cabaret Voltaire; El zoco chico, supuesta continuación de El pan desnudo, un volumen de conversaciones con Tennessee Williams o la obra teatral La felicidad.
Por último, el director de cine Juan José Ponce, que exhibió en el acto su cinta Maldita calle (2003), donde aparece el propio Chukri hablando y fumando morosamente, recordó que «no deja de sorprenderme que cada año me pidan el documental para hablar de la problemática de los niños de la calle de Marruecos y de Chukri. Fue algo más que el Bukowski marroquí, se atrevió a hablar de lo que nadie había hablado, y no le trajo en vida cosas muy buenas».
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