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Petros Márkarus y Alejandro Luque en uno de los famosos abrazos del autor griego. |
La segunda obra literaria que hemos leído este curso ha sido Offshore del autor Petros Márkaris.
El día 19 de octubre tuvimos el encuentro con el autor que
resultó magnífico por muchos motivos, en primer lugar por la minuciosa preparación que nuestra amiga Olga realizó
del acto, así como por el desarrollo de la entrevista que corrió a cargo del
periodista Alejandro Luque que con sus preguntas oportunas pudimos constatar
que teníamos delante a un autor de gran energía, experiencia personal y
vivencia de los temas que luego aparecen en la novela. Por último el patio de
la Fundación siempre resulta un lugar precioso y suficientemente amplio para
acoger a las 120 personas que acudimos al evento.
El día 21 de noviembre convocaron la reunión para debatir
sobre la obra Offshore, de la editorial Tusquets, a la que asistimos 21
personas.
Hablamos de la posibilidad de
considerar la novela dentro del género policíaco, incluso casi política pero
finalmente clasificamos la obra dentro de la novela negra mediterránea que en su condición de crónica histórica se diferencia del resto de variantes
europeas, pues, según Márkaris, «la literatura policial de los países de Europa
central y del norte refleja una realidad basada principalmente en lo
políticamente correcto, mientras que la novela mediterránea refleja una
realidad social basada en la implicación de la política en la sociedad». De ahí
que sea común que autores como Manuel Vázquez Montalbán, Jean-Claude Izzo, Andrea
Camilleri o Petros Márkaris aborden cuestiones relacionadas con el debate público:
la corrupción, las irregularidades de los partidos políticos, la inmigración,
el dinero negro, etc. Son también creadores respectivamente, de las sagas
protagonizadas por los detectives Pepe Carvalho y Fabio Montale, y los agentes
de policía Salvo Montalbano y Kostas Jaritos. Los autores mencionados
acostumbran a ser señalados como los principales representantes de esta
corriente.
Este autor ha abordado géneros tan diversos como obras de
teatro, guiones cinematográficos y una serie de televisión; además es traductor.
Hay quien opinó que a este autor hay que leerlo en orden, teniendo en cuenta
los doce títulos de novelas que comprende la serie del comisario Kostas
Jaritos. Según se puede leer en la sinopsis de la obra, de la «Tetralogía de la Crisis»,
Márkaris desafía a un comisario Jaritos desbordado por los acontecimientos a
resolver varios crímenes investigando por su cuenta y riesgo, poniendo en
peligro su propia carrera en la policía, para esclarecer casos que demuestran
que los «nuevos» poderes tienen al país atado de pies y manos.
Se nota que es un autor con
oficio, comunica con facilidad utilizando un vocabulario sencillo y una
sintaxis sin complicaciones. El narrador, que es el propio comisario, hace que
nos sintamos implicados en la trama, si bien, hay quien opinó que la lectura es
agradable pero que aporta poco.
El tema, es decir, la idea
básica que ha querido transmitir el autor es la crisis que sufrió Grecia fruto
de la corrupción y la falta de valores. Para su desarrollo se apoya en la figura
del comisario Jaritos que con una tranquilidad pasmosa trata de averiguar los
casos que se presentan en la comisaría. La burocracia que tiene que soportar es
rigurosa y también corrupta.
Queda patente en la obra el
conocimiento de la ciudad de Atenas, sus calles, su puerto “el Pireo” y los
atascos de tráfico que se producen cuando se empieza a utilizar el coche porque
parece que la crisis está acabada.
Un asunto que aparece en la
obra de una manera muy patente es la economía, que uno de los asistentes llegó a denominarla economía-ficción,
el dinero oculto que se apodera de un Estado. En varias ocasiones Adrianí,
esposa del comisario, se pregunta de dónde sale el dinero porque ella ha tenido
que hacer grandes esfuerzos en la economía doméstica para sobrellevar la
crisis. Su propia hija se verá inmersa en ese entramado oscuro de una economía
poco clara pero se entiende como un progreso profesional. El consumismo también
aparece, tienen necesidad de tener una segunda casa para escapar los fines de
semana, como le ocurre a Katerina, hija del comisario, y a su esposo Fanis.
El autor contrapone la
realidad del norte de Europa con la situación de Grecia, fruto de su formación
alemana y a través Uli, alemán de nacimiento y esposo se Maña. Se quiso comparar
la situación con la de España pero concluimos que sería en una etapa anterior.
Otro tema de candente
actualidad es la presencia de inmigrantes que aparecen como chivos expiatorios,
personas sin identidad que asumen unas culpas ajenas. En estos momentos esta
llegada de inmigrantes se pone de manifiesto en el drama del Mediterráneo, ante
el cual algunos miran, miramos, para otro lado.
Lugar destacado y entrañable
es la visión que nos queda de la familia, núcleo fundamental que sirven de
sostén en todas las situaciones, familia que acoge, que comparte, que ayuda.
Dentro de esta el papel de Adrianí es el más ponderado porque, según nos dijo
el propio autor, quiere ser reflejo de su madre, comprensiva, cariñosa, buena
cocinera como se demuestra en los maravillosos tomates rellenos que todos tanto
celebran. El contraste entre las dos generaciones, es decir Adrianí y Katerina
puede verse como un manifiesto de la liberación de la mujer, quiere ser un
mensaje que transforme a la sociedad.
El personaje de Jaritos, tan
conocido para muchos, es cumplidor, responsable, no se rinde ante las
adversidades, está en una situación complicada pues es fiel a su director
Guikas y están ambos sofocados por las órdenes del subdirector Dimitriadis. Parece
como si transmitiera pesimismo e hiciera perder la esperanza en la recuperación
del país. Mención especial hay que hacer a la utilización del diccionario que hace
el protagonista.
Los nombres de los personajes
nos han resultado complicados.
En cuanto a la opinión que ha
merecido la lectura del libro hay disparidad, para unos es un libro agradable y
entretenido pero para otros ha resultado una obra plana, que aporta poco. Se
lee bien porque se nota que Márkaris es un autor de oficio. En lo que sí hemos
coincidido todos es en que nos gustó mucho el autor, acometimos la lectura de
Offshore con entusiasmo. Del mismo modo nos ayudó conocer algo de su vida para
situarnos en la obra, la banda sonora ha sido un complemento estupendo.
Para terminar tenemos que
comentar el pan que Fidel Pernía elaboró para esta ocasión. Se trata de
distintos panes superpuestos, alternados con quesos de distinta intensidad con
los que quiere reflejar los distintos estamentos de la sociedad y los grados de
corrupción que en ella aparecen. Pone en el fondo el más amargo, el que
representa lo peor de la corrupción. Gustó mucho, estaba riquísimo.
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